El nuevo gobierno de Pedro Sánchez tiene ante sí la posibilidad de liderar una gestión de los flujos migratorios en la Unión Europea que responda a la crisis humanitaria que se vive. La decisión tomada sobre el Aquarius es un paso positivo, pero no basta con dar protección a un barco, sino que es necesario que España lidere un nuevo enfoque político en la UE que deje de dar la espalda a las personas refugiadas e impulse políticas de protección de las personas que se desplazan que no se basen en el control y la externalización de fronteras; además de mejorar el actual sistema de acogida para que sea flexible y sostenible. Quienes huyen de la guerra, la persecución y la violencia deberían encontrar en España un país donde obtener la protección a la que tienen derecho.